Bibliografía


Escritos del Autor:




"Catálogo de Escultura del Museo Nacional de Pintura y Escultura" Eduardo Barrón González. ed. del autor. Imprenta y Fototipia de J. Lacoste. Madrid. 1908. Consulta el catalogo en la Biblioteca digital de la JCyL (con láminas) o en la biblioteca digital del Museo del Prado (sin láminas) NUEVO

 
Pincha la portada para ojearlo

"La conservación de las esculturas antiguas destinadas a la exposición pública" Eduardo Barrón González. Discurso leído en la recepción pública de Eduardo Barrón el día 11 de diciembre de 1910 ; y contestación del Duque de Tovar. Madrid. Imprenta de J.Lacoste, 1910. [31p. Dis94 Archivo Biblioteca Real Academia de Bellas Artes de San Fernando].


“Idea general sobre los principales autores la escultura italiana” Eduardo Barrón González. Archivo del Ministerio de AA.EE. Academia de Roma 1888 Leg 4340 exp 14



Referencias Bibliográficas:


"Barrón. Un escultor olvidado" Eduardo Barrón Casanova. Imprenta Villena Artes Gráficas. Madrid. 1977.



Pincha aquí para ojearlo

"Eduardo Barrón. Escultor 1858-1911" [Catálogo exposición Casa de Cultura de Zamora. 20junio-21 julio 1985] Textos: Miguel Ángel Mateos,Jesús Urrea, Claudio Rodríguez. Instituto de Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo"; Museo Provincial de Zamora. 1985. Otro enlace al catálogo

Triptico de la exposición [Museo de Zamora]

"Recuerdos de Barrón. Una donación ejemplar" [Exposición temporal del Museo de Zamora, del 26 de junio al 22 de agosto de 2004] Junta de Castilla y León. Valladolid. 2004.
Catálogo de la exposición en pdf [Museo de Zamora]

Notas de prensa de la exposición [Museo de Zamora] 


"Loreto La Capella di San Giuseppe o Spagnola" A.Balaústegui. Edizioni Lauretane Santa Casa. Loreto. 2006. Enlace al articulo en pdf

"El Escultor Eduardo Barrón" Alejandro Belaústegui Fernandez [Revista El Ateneo. Madrid. Cuarta época. Número XII-XIII. Junio 2003 Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid.]  Enlace al articulo en pdf

Fascículo Coleccionable Zamoranos Ilustres sobre Eduardo Barrón publicado por La Opinión-El Correo de Zamora en 1997. Enlace al Documento en pdf

"Eduardo Barrón en Salamanca. El monumento a Cristóbal Colón" Laura Muñoz Pérez [Studia Zamorensia. Segunda Etapa. Vol. VIII. 2008. p.215-236]  Enlace al articulo en pdf

"Estudio del grupo escultórico de Viriato de Eduardo Barrón" Nel Ocejo Durand [Studia Zamorensia. Segunda Etapa. Vol.VI. 2002. p.229-252]  Enlace al articulo en pdf


"Consideraciones sobre escultura". Discurso leído en la recepción pública en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Miguel Ángel Trilles. Madrid. Imprenta del Asilo de Huérfanos del S.C. de Jesús. 1913 [37p Vol9 Dis101. Archivo Biblioteca Real Academia de Bellas Artes de San Fernando]. Enlace al discurso en pdf
Discurso de D. M. A. Trilles [extracto]:
“…He de decir también algunas palabras acerca del que fue antecesor mío en este puesto y querido amigo y compañero, don Eduardo Barrón. Entre los alumnos que frecuentaban las clases de nuestra escuela de Bellas Artes (hace ya de esto bastantes años) descollaba entre todos los que a la escultura nos dedicábamos, por su clara inteligencia y dotes naturales para el arte, un joven alto y fuerte, de carácter serio y reservado, modesto y sencillo en sus maneras y noble y bueno en su fondo y en su trato: era Eduardo Barrón.
Éstas cualidades que tenía cuando fue alumno de la escuela eran las mismas que le adornaron hasta el último día de su vida, y así le habéis conocido vosotros.
Todos sus compañeros éramos admiradores de sus trabajos; y los profesores, que veían en él un artista que daría honra a la escuela, se complacían en elogiarlo ante los demás alumnos, con lo que aumentaba nuestra emulación. Modelaba bien y dibujaba mejor. Tenía el talento de dar vida con cuatro líneas a una figura; y aquellos trazos firmes y precisos, propios del que está seguro de lo que hace, eran la característica de sus trabajos, y lo fueron siempre, llegando en ocasiones hasta la dureza. Componía bien y con sencillez, haciendo claras y definidas las actitudes de las figuras, agrupándolas con talento y evitando la confusión y el desorden, y supo imprimir siempre a sus estatuas un carácter de majestad y de nobleza un poco teatral, pero revelador de su alto sentimiento artístico.
Obtuvo todos los premios que se pueden ganar en la escuela, y, al concluir sus estudios, la Diputación de Zamora le pensionó para continuarlos en Roma. Allí hizo su primera estatua, Viriato, con la que se reveló al público como escultor de gran talento, y que fue premiada en la exposición de Bellas Artes de 1883 con segunda medalla.
Poco después volvió a Madrid para hacer oposición a la pensión de la Academia Española de Bellas Artes de Roma, y, obtenida, volvió otra vez a la Ciudad Eterna, donde hizo, como envíos de pensionado, las obras, de todos conocidas, Adán, Santa Eulalia de Mérida ante Graciano y Roncesvalles, estatua, relieve y grupo, respectivamente.
Finalizada su pensión, y ya en Madrid, le encomendaron la estatua de Hernán Cortés, que fue elevada en Medellín, pueblo natal del gran conquistador español, y la del insigne D. Emilio Castelar, para ser colocada en Cádiz; y, finalmente, ejecutó el hermoso grupo, que estuvo en la exposición de 1904, titulado Nerón y Séneca, y con el cual se colocó indiscutiblemente en primera fila entre los escultores españoles.
El juicio y los elogios que merecen la obra del señor Barrón están perfecta y elocuentemente expresados y condensados en el siguiente párrafo del discurso con el que el Excmo. Sr. Duque de Tovar contestó a aquél en el solemne acto de su ingreso en esta Academia, y dice así: “He aquí como la personalidad artística de D. Eduardo Barrón ofrece un carácter propio y definido; cómo obedece, quizá por los impulsos de su sangre, a aquella tradición clásica que proporcionó siempre los méritos más altos a nuestra escultura, templada por tan armónico acento cuando puede ostentar sus mayores títulos de gloria.”
Pero, a pesar de una labor artística tan hermosa como la realizada por el Sr. Barrón, su actividad y vasta cultura en la historia de las artes, junto con la ocasión que sus méritos le habían proporcionado de ser el Conservador de la Escultura del Museo Nacional del Prado, le llevó a realizar la magna empresa de hacer el catálogo de dicha Galería de Escultura, lo que supone un trabajo asiduo de varios años para buscar, ordenar y clasificar los datos y noticias referentes a cada obra de las allí expuestas, que estaban dispersas en los archivos e inventarios.
Si la historia artística del señor Barrón no hubiera sido suficiente para merecer el haber pertenecido a esta academia, la realización del catálogo de la galería de escultura del museo del prado le habría dado derecho para que ésta adopta casa de acogida con justicia en su seno.
Y ahora, cumplido ya este deber, y con el ánimo embargado por dos supuestos sentimientos, la alegría y la presteza: alegría, por verme entre vosotros acogido con tanta benevolencia, y tristeza, por la pérdida de mi querido amigo y compañero vuestro Eduardo Barrón,...”
Contestación de D. E. Mª de Repullés y Vargas
“… por tanto, señores Académicos, no podíais, ciertamente, haber dado al insigne escultor Barrón mejor sucesor que Trilles, pues precisamente aquél fue y éste es entusiasta por el Arte clásico.
De Barrón dice el nuevo académico en su discurso como lo habéis oído, que” modelaba bien y dibujaba mejor, que tenía el talento de dar vida con cuatro líneas a una figura; y aquellos trazos y firmes precisos, propios del que está seguro de lo que hace, eran la característica de sus trabajos”. Todo esto y lo que añade Trilles en elogio de Barrón puede aplicarse a él mismo, y esta manera de sentir el Arte clásico y sus propios méritos le han llevado a suceder también a Barrón en el honroso cargo del Conservador de la Escultura en nuestro Museo Nacional…”



"Enciclopedia Universal Ilustrada" [Tomo VII. p:954-955. Espasa-Calpe. 1910]
BARRÓN GONZÁLEZ (EDUARDO). Escultor español contemporáneo, nacido en Moraleja del Vino, provincia de Zamora, en 2 abril 1858. Huérfano de padre y sin recursos su familia para dedicarle a las Bellas Artes a que su afición desde niño le inclinaba, realizaba rudimentarios trabajos artísticos, los que llegaron a proporcionarle el apoyo del acaudalado Zamorano don Anastasio de la Cuesta. Pensionado por el entró, como aprendiz en el taller de don Ramón Álvarez Moretón, escultor de imágenes en Zamora; asistiendo también a la clase de dibujo del Instituto Provincial, de la que su maestro era profesor, y en la que obtuvo premios. A los 19 años de edad le pensionó la Diputación de la provincia para estudiar en Madrid, en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado. Durante las vacaciones realizó trabajos de decoración en piedra en la fachada del palacio Provincial de Zamora. La diputación le amplió la pensión por dos años para que fuera a Roma a continuar sus estudios; allí realizó su primera obra, Terror Romanorum (Viriato), y alguna otra. La Diputación de Zamora volvió a otorgarle la pensión para que continuara en aquella capital. La estatua de Viriato, fundida en bronce, figuró en la exposición nacional de 1884 y obtuvo como recompensa, la primera medalla de plata (no se adjudicaron de oro): estuvo expuesta varios años en el Museo de Arte Moderno, y concedida en calidad de depósito para el Estado, está colocada en la plaza del Hospital de Zamora. Regresó a España con el fin de tomar parte en las oposiciones del estado para pensionados a Roma por la sección de Escultura en el año 1883, en las que obtuvo plaza en primer lugar. Renunció a la pensión de su provincia, y volvió a Roma como pensionado (de número) por el gobierno; durante los cuatro años de esta pensión realizó sus envíos reglamentarios, obteniendo notas de calificación honorífica. Los envíos fueron: 1º Adán después del pecado, estatua; 2º Santa Eulalia ante Daciano, alto relieve, y 3º Roncesvalles, un grupo alegórico. Terminada la pensión del estado, permaneció aún en Italia ejecutando algunos encargos escultóricos en mármol para la basílica Lauretana (Ancona). Regresó a España definitivamente con el encargo que le hizo el ayuntamiento de Medellín (Extremadura) de ejecutar el monumento a Hernán Cortés, inaugurado en 1891. Ejecutó además (1892) un monumento sepulcral en bronce y mármoles para los señores Duran y Cuervo; el monumento a Cristóbal Colón en Salamanca, inaugurado en 1903; el grupo que corona la Escuela de Minas de Madrid (La Minería y la Industria); presentó, en la sección de escultura, el grupo Nerón y Séneca (Exposición de 1904; medalla de oro, Museo de Arte Moderno) y un tríptico [de Santa Benigna] en hierro y metales, por el que obtuvo, como recompensa, medalla de plata; es autor, además, del monumento a Castelar, inaugurado en Cádiz en 1905. Ejecuta en la actualidad un monumento mural en bronces y mármoles por encargo del Cuerpo de Médicos Militares, dedicado a la memoria de sus compañeros muertos en acción de guerra y que habrá de ser emplazado en el Hospital Militar de Carabanchel (Madrid). Es conservador de la galería de escultura del Museo Nacional de Pintura y Escultura desde 1892, siendo autor del catálogo de dicha galería y de un proyecto para la creación de una sala de escultura de la Edad Media. Poseen varias condecoraciones nacionales y extranjeras.

“Catálogo monumental de España. Provincia de Badajoz (1907-1910)” Tomo Texto II. José Ramón Mélida. 1926. pg. 334 nº 2825.
"Monumento a Hernán Cortés. Erigido en la plaza de la villa e inaugurado solemnemente en la fecha del tercer centenario de la muerte del glorioso conquistador, en 2 diciembre 1890.
Es obra del malogrado escultor don Eduardo Barrón. Se compone de un basamento de piedra, rodeado de verja de hierro y la estatua de bronce. Esta representa al personaje en pie, con armadura y borgoñota, la mirada elevada al cielo con el pendón de Castilla en la mano izquierda, bengala en la diestra, pisando arrogante un ídolo azteca. El pedestal afecta forma de Torreón almenado. En su frente, bajo el escudo de Medellín, en bronce, se lee:
A
HERNÁN CORTÉS
MDCCCXC
En la base, en cada frente hay un trofeo con una rodela en medio leyéndose en ellas:
MÉJICO-TEBASCO-OTUMBA-TLAXCALA
En el lado opuesto al frente está el escudo de Hernán Cortés.
En el ancho pedestal destacan por cada lado dos cabezas de león, en bronce. Y a un costado la firma grabada:
E. BARRÓN
Lámina CCLV Fig. 333 Medellín Monumento a Hernán Cortés. Obra de D. Eduardo Barrón. (nº 2825)"

“Historia del arte hispánico” Juan de Contreras y López de Ayala, Marqués de Lozoya. Barcelona. Salvat. 1931
[...Dentro de las mismas corrientes generales que hemos señalado al comienzo de este capítulo y de las cuales los jóvenes artistas se penetraban durante el tiempo de suspensiones en París o en Roma, hay en este grupo una mayor ponderación y una expresión más sincera de su propia personalidad.] Eduardo Barrón, escultor excelente, un poco olvidado, nació en un pueblo la provincia de Zamora, Moraleja del Vino, en 1858. Pensionado por la diputación de su provincia en Madrid y luego en Roma, regresó a la Corte en 1884 para tomar parte en las oposiciones a la pensión en Roma, que obtuvo. En la famosa exposición nacional de 1904 triunfó plenamente con su grupo "Nerón y Séneca", que presentaba la novedad de volver a la norma del arte clásico, preterida [ignorada] en el Renacimiento, de realzar el mármol con la ligera policromía. Enamorado de la escultura antigua, fue conservador de la del Museo del Prado y redactó su catálogo con exactitud compatible con el estado de los conocimientos en España de este aspecto de la Historia del Arte. Murió en Madrid el 22 de noviembre de 1911. Trabajador concienzudo y sabio, siempre descontento de sí mismo, Barrón ha dejado una obra muy exigua, pero siempre de excelente calidad. Acaso lo más importante y sin duda lo más conocido es el grupo de "Nerón y Séneca", de bella composición y excelente factura, que se resiente tan sólo del gusto del momento por lo recargado de sus pormenores arqueológicos. Esta misma nota de noble clasicismo se acentúa todavía más en otras creaciones de Barrón: el magnífico grupo "Roncesvalles", que podría figurar en una pequeña selección de la mejor escultura española de su tiempo; "Adán después del pecado", en el Ateneo de Madrid; el bajorrelieve "Santa Eulalia", en San Francisco el Grande, y el monumento a Castelar, en Cádiz. En Roma dejó, en la basílica Lauretana, un grupo colosal de "San José sosteniendo a Jesús Niño" que bendice al pueblo, labrado en mármol de Carrara con adornos de mármoles de colores, mosaicos y bronces dorados.

"Ars Hispania: Historia Universal del Arte Hispánico", J.A. Gaya Nuño, Madrid, Plus Ultra, 1980. p.315.
Eduardo Barrón, nacido en Moraleja del Vino (Zamora), en 1858. Pensionado por la Diputación zamorana, pudo estudiar en la Escuela de San Fernando y ampliar lo aprendido en Roma, de donde regresa en 1884. En tal año obtiene en la Exposición Nacional una segunda medalla por su brioso Viriato, al vez que oposita a la pensión en Roma, a donde regresa. En la ciudad del Tíber dejó un San José en iglesia de San Lorenzo. Vuelto a España, trabajó incansablemente, y en 1904 alcanzaría primera medalla por su Nerón y Séneca, su obra más conocida. A pesar de que el escultor zamorano se propuso el peligroso designio de trasladar al terreno de la escultura un tema sólo propio de la pintura de historia, la verdad es que lo hizo con más probidad, mejor sentido de la síntesis y decoro debido al volumen de lo normal por el entonces, y el grupo de los dos romanos, bien coordinado, no es acreedor sino a respeto. Y es que había en Barrón, sin duda por su procedencia castellano-leonesa, un sentido de la austeridad y de un nato clasicismo, algo áspero y campesino, muy superior a las rizadas entelequias de su tiempo. El cual sentido luce, sobre todo, en su proyectado monumento a la gesta de Roncesvalles, que el artista pensaba regalar a Pamplona y quedó en una propiedad privada; el guerrero semidesnudo que otea el horizonte guarda tanta grandeza -menos declamatoria- como el héroe semejante de Álvarez Cubero.
Más obras esculpió Barrón, como el Adán después del pecado, del Ateneo de Madrid, o el monumento a Castelar, en Cádiz. El escultor dedicó sus últimos años a catalogar las piezas de su arte conservadas en el Museo del Prado, trabajo todavía vigente en varios aspectos. Y falleció en Madrid el 22 de noviembre de 1911. Era el último gran escultor castellano del siglo.”

“Pintura y escultura españolas del siglo XIX” M.E. Gómez Moreno. Vol XXXV(1) de Summa Artis. Espasa-Calpe. Madrid. 1993. p.101-103
"Eduardo Barrón (1858-1911) nacido en tierras zamoranas, llegó a Madrid pensionado por la diputación de Zamora para estudiar en la escuela de San Fernando y tras de dos estancias en Roma se afincó definitivamente en Madrid. Ocupó el puesto de conservador y restaurador de la escultura en el museo del Prado, donde llevó a cabo una labor de catalogación que aún sigue vigente, y su trabajo de escultor, no copioso, se halla bastante perdido. Un Viriato obtuvo segunda medalla en 1884, y hasta la exposición de 1904 no logró la primera, por su grupo de Nerón y Séneca. Otra obra notable es el proyecto de un monumento a la batalla de Roncesvalles, que pensaba regalar a Pamplona y se quedó en el boceto. En el ateneo de Madrid es suyo un Adán después del pecado, y en Cádiz el monumento a Castelar. En Roma dejó un San José, en la iglesia de San Lorenzo.
A pesar de ser coetáneos, nada más opuesto en la escultura de Barrón y la de Susillo. Todo lo que hay de preciosista y anecdótico en el sevillano es en el zamorano reciedumbre y sobriedad; explicables no sólo por la diferencia racial entre el hombre de la Meseta y el de la vieja Bética, sino porque Barrón no paso por París y ahondó en el Roma. Sus esculturas lo son fundamentalmente, con sólido volumen y modelado pensando en el mármol, aunque la obra quedara en yeso, como un neoclásico retrasado tocado del realismo ambiente. El grupo de Roncesvalles es alegoría, no anécdota; los dos guerreros montañeses, armados y desnudos, oteando uno el horizonte, a la espera del enemigo, y el otro agachado en acecho, simbolizan toda la resistencia indígena contra el presunto dominador. En cuanto al grupo de Nerón y Séneca, ambos están sentados, el filósofo explica sobre el desarrollado volumen a su imperial y aburrido discípulo; nada de reminiscencias clásicas, sino interpretación realista de la historia, hasta en utilizar para Séneca el retrato apócrifo, entonces tenido por auténtico; el minucioso estudio de atuendo y mobiliario se definen en lo justo para evocar la época, sin que por ello se borre el valor, especialmente escultóricos, de la obra. El yeso pertenece al museo del Casón, más existe también un ejemplar pequeño, en bronce."



"Diccionario de Arte Español" Alejandro Vergara. Alianza Editorial. Madrid. 1996.
Barrón González, Eduardo (Moraleja del Vino, Zamora, 1858-Madrid, 1911). Escultor. Estudia en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid con Ricardo Bellver y luego en Roma con Francisco Pradilla y Vicente Palmaroli. Artista fecundo y versátil, conservador del Museo del Prado, su obra participa del eclecticismo historicista característico del momento, que combina con un gusto por las maneras clásicas adquirido durante su estancia en Roma. Además de obras ornamentales como la decoración del anfiteatro del colegio de San Carlos (Madrid), es autor de un buen número de obras merecedoras a menudo de premios en Exposiciones Nacionales, entre las que cabe mencionar su estatua Viriato, segunda medalla en 1884, el grupo de Roncesvalles y, sobre todo, el grupo de Nerón y Séneca, primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901 (Córdoba, Diputación), que excelente modelado, cuidado estudio psicológico e igualmente cuidados detalles arqueológicos.

“El monumento conmemorativo en España 1875-1975” J.J. Martín González. U. de Valladolid. 1996.
Eduardo Barrón (Moraleja del Vino, Zamora, 1858-1911 Madrid) ocupa un lugar destacado en la estatuaria. Estudió en Roma, donde realizó en 1883 la escultura de Viriato, que se recompensaría al año siguiente en Madrid con medalla de plata de primera clase en la Exposición de Bellas Artes. Ha concebido al héroe lusitano contemplando en la lejanía a los romanos. Hoy ha sido colocada en Zamora sobre un gran peñasco, para causar la sensación de que ha subido a una cota para observar. Realizó una estatua de Hernán Cortés para Medellín (1890) y otra de Cristóbal Colón para Salamanca (1893). Barrón representó a Cristóbal Colón con el brazo extendido señalando a Poniente, la ruta de América. Pero ha de ser recordado por la estatua de Don Emilio Castelar, erigida en 1905 en la plaza Castelar de Cádiz [hoy plaza de la Candelaria]. Fue encargo del Ayuntamiento. Es un retrato de parecido físico y sobre todo profesional. Vestido de levita, trepida la ropa ante su encendida oratoria, que enfatiza con la diestra, al paso que sujeta con la derecha el guión del discurso. Precisamente porque es un monumento aislado, se puede entender mejor la enorme energía política del personaje.

"Del Neoclasicismo al Impresionismo" Enrique Arias Anglés [et al.]. Editorial Akal. Tres Cantos. Madrid. 1999. p.111-112.
"Mayor sobriedad demostró a pesar de los resabios clásicos, resultado de sus años italianos el zamorano EDUARDO BARRÓN (Moraleja del Vino, 1858-Madrid, 1911). Entre sus piezas más notables señalemos las premiadas Viriato (1884, hoy en bronce en Zamora). Roncesvalles. El monumento a Colón (1892, Salamanca) y el grupo de Nerón y Séneca (1904, Diputación de Córdoba), soberbio ejemplo de estudio de caracteres, contraposición y equilibrio, a pesar de lo descriptivo de la escena. Muy acreditado retratista, es sin embargo especialmente recordado por su cuidado Catálogo de la Escultura del Museo del Prado (1908), colección de la que fue conservador."

"Conservación del Patrimonio Cultural. Criterios y Normativas" A.Macarron. Ed.Sintesis. Madrid. 2008. p.32.
...es muy ilustrativo el discurso leído por Eduardo Barrón en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando al plantear que una buena exposición constituye una forma de conservación, que se verá facilitada por una serie de atenciones para que el observador "perciba sus bellezas sin impedimento alguno moral ni material", y explica en qué consisten. Los de carácter moral son, entre otros,
la falta de un orden hístórico todo lo riguroso posible, en la colocación de las obras y sucesión de las salas, porque desorienta al amante de aquél y no enseña al indocto ...
Los de carácter material son, entre varios más, una obra colocada a mala luz o a demasiada distancia de donde el observador pueda contemplarla; la aglomeración de ellas en una misma sala o colocadas demasiado cerca de los muros, pues estorba para verlas de todos lados; los locales en malas condiciones higiénicas y hasta de confort, lo que disminuye la asistencia a ellas en debida forma, y a veces la anula.
Escultura a la cual se abandona en estas o parecidas desfavorables circunstancias, se la merma el interés del público o visitante y acaso se le priva de él por completo; lo que puede llegar a ser tanto como hacerla desaparecer, y esto no es ciertamente obra de restauración (Macarrón, 2002).

Eduardo Barrón (1858-1911), escultor zamorano, fue nombrado conservador-restaurador del Museo del Prado en 1892, y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1910. El discurso mencionado, leído el 11 de diciembre de 1910 en su toma de posesión como académico, se titula "La conservación de las esculturas antiguas destinadas a la exposición pública". Un extracto más amplio se puede consultar en Historia de la conservación y la restauración (Macarrón. 2002).

"Estatua de Cristóbal Colón. Réplica del monumento de la Plaza de Colón de Salamanca"  Museo de Salamanca. Pieza del Mes. Abril. 2010.  Enlace a la presentación en pdf

“Escultura en Madrid desde mediados del siglo XVI hasta nuestros días” Enrique Serrano Fatigati [Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. Vol. 19, diciembre 1911, cuarto trimestre, p.120]. (*Erróneamente en este articulo el escultor aparece con el nombre incorrecto de Eugenio, en lugar del suyo: Eduardo)  Enlace al articulo en pdf

“Artistas exhumados” Julio Altadill. Boletín de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra. 1920. Pamplona. p.172-177. Enlace al articulo en pdf

"Notas artísticas sobre la figura de Hernán Cortés en Medellín" Cruz Mera, M.L. & Curado Fuentes, A. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo. 1993. Enlace al articulo en pdf

"El Cristo de las Injurias y otros estudios artísticos" Jesús Fco. Hernández Pascual, Zamora, 1959 Imp. Heraldo de Zamora pg.83-93 Enlace al articulo en pdf

“Aproximación a la vida por la obra del escultor Eduardo Barrón” Alberto Martín Chillón. Zamora. 2009. Estudio inédito del Instituto de Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo"

"La Antigüedad Clásica en la obra de Eduardo Barrón" Ángel Peña Martín. 2010. Estudio inédito UAM.

“Eduardo Barrón y la decoración escultórica del edificio de biblioteca y museos nacionales (1891)” Ángel Peña Martín. Anuario 2017 Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo. Enlace al articulo en pdf. NUEVO

“La conservación de la escultura antigua. Eduardo Barrón González (1858-1911) conservador-restaurador de la Sección de Escultura del Museo Nacional de Pintura y Escultura” Angel Peña Martín. 2018. La formación artística: creadores, historiadores, espectadores / coord. por Fernando Villaseñor Sebastián; Begoña Alonso Ruiz (ed. lit.), Javier Gómez Martínez (ed. lit.), Julio Juan Polo Sánchez (ed. lit.), Luis Sazatornil Ruiz (ed. lit.), Vol. 1, Tomo 1, 2018 (La formación artística: creadores-historiadores-espectadores), ISBN 978-84-8102-849-2, págs. 540-552 Enlace al articulo en pdf NUEVO

"Zamora intenta recuperar la figura de Barrón" Diputación de Zamora. Boletín informativo. Zamora, 1985 nº22 junio 1985 pg.26-28

"La escultura conmemorativa en España. La edad de oro del monumento público, 1820-1914" Carlos Reyero. Ed.Cátedra. Cuadernos de Arte. Madrid. 1999

"La imagen de España en la escultura publica 1875-1935" M.GªGuatas. Mira Ed. Zaragoza. 2009.

"La escultura del Museo Romántico" Wifredo Rincón. Madrid. Amigos del Museo Romántico. 1994. p.39,42,43

"Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España" B. Pantorba. Ed.Alcor. Madrid. 1948.

"Monumentos conmemorativos en Salamanca" Tomás Blanco García. Ed. Librería Cervantes. Salamanca. 2002.