¡Barrón...vive!... y está entre vosotros
www.laopiniondezamora.es Domingo 11 de noviembre de 2012
E. Muñoz Barrón / Nieto del Escultor.
Queridos zamoranos y en especial moralejanos, llegamos al final de una etapa, de una conmemoración, de un centenario que se cerró ayer con la llegada e inhumación de los restos de Eduardo Barrón, vuestro querido paisano, en el Panteón de Hombres Ilustres del cementerio de San Atilano de esta capital, cerramos con este transcendental acto y con la convocatoria de este Ayuntamiento de Zamora, de un año cuajado de excepcionales eventos que han jalonado la celebración del «Centenario de la muerte» de Eduardo Barrón, escultor.
En estos momentos hago mentalmente un echar la vista atrás, allá por el 23 de noviembre de 2010, a un año vista del comienzo, cuando la familia Barrón nos planteamos de que manera podríamos festejar y celebrar este referido centenario, y empezamos a hacer elucubraciones de a quién dirigirnos y a que instituciones demandar una celebración, para sacar del olvido y rememorar la de nuestro querido y sin par abuelo.
La primera institución que se me ocurre es dirigirme a la Real Basílica de San Francisco el Grande, donde sabíamos que estaba una obra olvidada del abuelo y de cómo podríamos sacarla a flote y que el resto de los mortales amantes del arte y de las buenas obras, pudieran solazarse de algo que en aquellos días era impensable, la visita al altorrelieve de «Santa Eulalia, ante Daciano».
Nos encaminamos al referido templo y puestos al habla con el rector de la Orden Franciscana, nos recibe y le hacemos el planteamiento de cómo podríamos sacarla del olvido en que se encuentra. Pronto encontramos una solución y puestos al habla con los responsables de la propiedad, la Obra Pía de los Santos lugares de Jerusalén, en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid, que son los que en última instancia tendrían que darnos la autorización, y así se tomó la decisión de incluirla en el circuito de visitas turísticas guiadas dentro del mismo templo, después de una limpieza y restauración, ya que tenía polvo acumulado de más de un siglo, y una adecuada restauración patrocinada por la Fundación Iberdrola, acordamos hacer su presentación a los medios el día 24 de noviembre de 2011 en los actos de celebración de dicho centenario.
Entre tanto y muy cercanos al año 2011, la conservadora del Museo del Prado de Madrid, nos anuncia que la restauración del grupo escultórico «Nerón y Séneca», traída desde Córdoba, después de fundirla en bronce para los cordobeses, el original está a punto de finalizarse, así mismo costeada y financiada durante dos largos años por la misma Fundación Iberdrola. Y dicha institución es la que se adelanta a celebrarla ante todas las demás y decide presentarla en un acto el primero del centenario el día martes 15 de febrero de 2011 en la Sala Ariadna del Museo del Prado y exponerla temporalmente durante seis largos meses en dicho emplazamiento, y dentro de los actos del centenario de la muerte de su autor, Eduardo Barrón.
Este acto fueron seguidos de dos conferencias ofrecidas por la propia Conservadora del Museo, Leticia Azcue y la segunda por su restauradora María José Salas, los días 23 de febrero y 23 de marzo de 2011 respectivamente, en el Salón de Conferencias del referido Museo, con gran brillantez de público y crítica.
Así pues no hemos hecho nada más que comenzar el año y ya teníamos encaminados dos magníficos proyectos.
El tercer proyecto de celebración surgió al dirigirme a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid de la cual nuestro abuelo había sido académico de número y en la persona de su figura el director general de la Academia Antonio Bonet Correa, me recibe todo solícito y me presenta al delegado del Museo de Bellas Artes de dicha Academia José María Luzón Nogué y nos proponen recuperar el original de la escultura de «Adán después del pecado», que lo tienen recogido en sus almacenes de Boadilla del Monte y exponerlo en la entrada principal del Museo, durante el presente año de celebración del centenario y darlo a conocer con guías especiales que hagan la presentación entre los visitantes y lo llevamos a cabo en dicha presentación el día internacional de los museos, el 15 de mayo de 2011 y bajo la celebración del centenario del abuelo. A la fecha de hoy, todavía se mantiene el referido «Adán» expuesto para su lucimiento para quien lo desee visitar.
A mí personalmente se me ocurre otra forma de celebrar este centenario de nuestro abuelo y era dirigirme a los Ayuntamientos con fondos de Barrón, por ejemplo Salamanca, con su «Colón», Medellín (Badajoz), con su «Hernán Cortés», Cádiz, con su «Emilio Castelar», Madrid con la referida «Santa Eulalia» en la Real Basílica de San Francisco el Grande, el «Adán después del pecado», el original de escayola en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y la réplica en bronce en el Ateneo de Madrid, otra réplica la de Caja España se encontraba de peregrinaje en las Edades del Hombre en Medina del Campo, y en Córdoba el recién fundido de «Nerón y Séneca».
Esto suponía un reto, pues había que ponerse en primer lugar de acuerdo con las diferentes autoridades, alcaldes o delegados de cultura de los diferentes lugares mencionados y el que primero cuajó, fue el alcalde de Medellín Antonio Parral Carmona, con el que rápidamente acordamos celebrar una señalada efemérides la del 12 de octubre el día de la Hispanidad y en cuya fecha todos los años se celebra un acontecimiento magistral de izado y arriado de las banderas hispanas, ante la estatua de nuestro abuelo, el incomparable Hernán Cortés, y que este año lo podríamos declarar año del centenario del abuelo, para ello acordaron un ciclo de conferencias en su sede del Salón de Actos culturales y en la cual me incluyó a mí como uno de los ponentes para hablar de nuestro abuelo y relatar una bella historia de su obra.
Y llegó el día en cuestión y mi primo Eduardo, mi hijo mayor Pablo y yo, viajamos a Medellín un par de días antes para dar la conferencia y preparar el magno acontecimiento y los actos, invitados por el alcalde, Antonio Parral Carmona. Deseo relatar un par de anécdotas que ocurrieron en la celebración de ese doce de octubre de 2011, y es que me dice mi primo, «qué pueblo más amable, todo el mundo nos saludaba, sin conocernos» y yo le dije «a estas alturas de la historia, al ser un pueblecito tan chico y excepcional todo el mundo ya sabían que éramos los nietos del autor de la escultura de Hernán Cortés» y esa era la razón del saludo generalizado de sus vecinos.
La otra anécdota surgió el día de la conferencia y en la que yo mencionaba la historia de que mi tío Eduardo describe en su libro que el párroco de Santa Cecilia, la parroquia del pueblo, le contó que un grupo de mexicanos quisieron volar la escultura porque Hernán Cortés según sus criterios estaba pisando la cabeza de un indio, cuando la realidad era la cabeza de un ídolo azteca, y casualmente al mencionar al párroco don Ángel, persona muy querida en Medellín, estaban de invitadas sus hermanas y en el coloquio surgió la anécdota que al hacerlas subir al estrado llevaban el libro autobiográfico que nuestro tío le había regalado y dedicado hacía años al referido párroco y mostrándolo los componentes de la Asociación Histórica Metellinense, nos invitaron a firmarle en dicho libro, y ante la avanzada edad del referido don Ángel, que se encontraba en su casa postrado en silla de ruedas, mi primo y yo nos ofrecimos a visitarle en la mañana siguiente. Y fue un entrañable acto lleno de emoción y recuerdos. Salimos de allí reconfortados con las expresiones de cariño del referido sacerdote y sus hermanas.
El día 12 de octubre y ante la escultura de Hernán Cortés hubo un majestuoso acto de entrañable valor histórico y el alcalde nos invitó a que los nietos hiciéramos ofrenda floral portando una monumental corona de laurel ante la estatua de Hernán Cortés. Así pues otro acto que nos llenó de satisfacción a los herederos de Barrón y dentro de su centenario, por su simpatía y todas las expresiones de cariño de los ciudadanos de Medellín.
Entre tanto en la Real Basílica de San Francisco el Grande ya se había restaurado el altorrelieve de Santa Eulalia. Y ya se estaba preparando para su presentación.
Y llegaron los actos propios del centenario, que los herederos de Barrón habían preparado con todo su amor y toda su empatía hacia su abuelo como si estuviera entre nosotros, disfrutando de todos los acontecimientos.
El día 22 de noviembre y organizado y avalado por la Junta Castilla y León, los Museos de Zamora y El Prado y la familia Barrón, tuvimos un entrañable acto de reconocimiento a Barrón, realmente el acto estuvo provocado por la llegada y exposición del grupo escultórico «Nerón y Séneca» recién restaurado al Museo de Zamora y cedido por sus propietarios el Museo del Prado, durante un largo período.
En el referido acto, el director de Promociones e Instituciones Culturales de la Junta Castilla y León, José Ramón Alonso Peña, hizo la presentación del referido grupo escultórico y una semblanza del autor, y lo que suponía para la Junta tener en dicho Museo la obra más premiada de Barrón, medalla de oro de la exposición Nacional de Bellas Artes de 1904. A su vez Leticia Azcue, conservadora del Museo del Prado, se congratula el haber encontrado el mejor lugar para su exposición y emplazamiento, (posiblemente definitivo) de la referida obra. Y yo como representante de la familia, dije con palabras entrecortadas por la emoción, que el Museo de Zamora era como nuestra propia casa, ya que todo nuestro patrimonio familiar diseminado entre las casas de mi tío y la de nuestra madre, se encontraban reunidas allí, y que no solo nuestro abuelo desde el cielo velaba por sus obras, sino también la Junta, el Museo de Zamora y los zamoranos velarían por ellas en la tierra para siempre.
El mismo día 23 de noviembre a las doce de la mañana, y en el Cementerio de la Sacramental de San Justo y ante la sepultura privilegiada número 130 del Patio de Santa Gertrudis, nos dimos cita, los familiares y amigos que deseábamos honrar y recordar la efemérides de este centenario. Y allí estábamos como una docena de parientes y amigos, allegados de la familia y el 2.º teniente alcalde de Zamora, portando un bella corona de flores con una dedicatoria de todos los ciudadanos de Zamora, para depositarla ante su tumba, y el escultor zamorano Ricardo Flecha, al frente de una treintena de alumnos de la Escuela Superior de Arte y Decoración de Zamora y profesores. De este acontecimiento, quizás el más entrañable para mí, tenéis cumplida cuenta en este periódico que reseñó ampliamente este homenaje en el cementerio de Madrid. Lo que no quiero olvidar es relataros un acontecimiento que hizo se me llenaran los ojos de lágrimas en esa fría mañana del 23 de noviembre. Hugo, un alumno de la referida Escuela zamorana, natural de Moraleja del Vino, ofrendó junto con la corona de flores de amaranto y laurel, que sus compañeros portaban, indudablemente querían certificar el valor simbólico del ofrecimiento al certificar al abuelo su paso a la inmortalidad, pues como decía el referido Hugo depositó en un saquito con un puñado de tierra de su pueblo, Moraleja del Vino, esto desató el sentimiento a flor de piel y yo personalmente no pude articular palabras de agradecimiento por la emoción contenida al saber que el abuelo se sentiría más confortable sabiendo que un puñado de la tierra que tanto amó, estaba allí a su lado.
Por la tarde y organizado por la dirección del Ateneo de Madrid representada en la figura de su vicepresidenta, África Malo de Molina y ante la imponente réplica de la escultura de «Adán después del primer pecado» que hay en su magistral escalera de acceso al Ateneo, tuvimos una conferencia a tres bandas o ponentes, Leticia Azcue, Conservadora del Museo del Prado, mi primo Alejandro Belaústegui y yo, que desgranamos cada uno una parte importante de la vida y obra de Eduardo Barrón, como escultor y yo personalmente con los recuerdos de familia de nuestro querido abuelo. A este acto repleto de público acudieron así mismo los alumnos y profesores de la referida Escuela de Bellas Artes de Zamora.
A la mañana siguiente 24 de noviembre y recibidos por el delegado del Museo de Bellas Artes de la Real Academia de San Fernando, los alumnos de Ricardo Flecha y su profesorado, acudieron a visitar dicho Museo y la escultura de «Adán después del pecado» y se solazaron ampliamente en la visita al referido museo, dentro de los actos del centenario del abuelo.
Por último y como acto clave de esta celebración centenaria, nos dispusimos a celebrar la presentación, por decirlo así de la obra de nuestro abuelo el altorrelieve de «Santa Eulalia ante Daciano» o «El martirio de Santa Eulalia». Esta obra tiene unas características determinadas y es el haber estado cien largos años aislada en una escondida e inservible escalera de la Real Basílica de San Francisco el Grande de Madrid. Como anteriormente he relatado, después de llegar a un acuerdo entre la familia Barrón y la propiedad, la Obra Pía de los Santos lugares de Jerusalén, de incluirla en el circuito de visitas turísticas guiadas de la referida Basílica, en un acto lleno de entrañable naturaleza y ante un muy nutrido número de personas (doscientas aproximadamente) y con la representación de instituciones con fondos de Barrón, entre las que se encontraban, en primer lugar los convocantes, Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén en la persona de su delegado en España, José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, y la Fundación Iberdrola que había costeado graciosamente la restauración en la persona de la Delegada de Cultura de dicha Fundación, Carmen Recio, el Museo del Prado de Madrid en la figura de su conservadora Leticia Azcue, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la personas del escultor y académico Venancio Blanco, y la nieta del escultor Mariano Benlliure, el Museo de Zamora, representada en la figura de su directora, Rosario García Rozas, el Ateneo de Madrid, representada en la persona de su vicepresidenta de dicho Ateneo, África Malo de Molina, Fundación Antonio Maura, en la persona de su presidente Alfonso Pérez Maura, la Junta Castilla y León, la subdelegada del Gobierno en Zamora, Pilar de la Higuera y otras muchas personalidades y autoridades de la cultura y el arte.
En dicho acto y a modo de relato de una bonita historia y con permiso de los asistentes relaté las vicisitudes que dicha obra ha pasado en su largo periplo de aislamiento. Y hoy la podremos visitar y recrearnos en su belleza, siempre que queramos asistiendo a la visita guiada de la referida Basílica.
Y en ese ajetreado día 24 de noviembre a las ocho de la tarde y después del acto de presentación del «Martirio de Santa Eulalia» ofrecimos a todos los que desearan quedarse una Eucaristía de celebración del aniversario por el centenario de la muerte y en memoria de nuestro abuelo en el Altar Mayor de la misma Basílica, donde se encuentra el «Santa Eulalia».
Aquella noche, os manifestamos, los herederos de Barrón suspiramos complacidos de haber llegado al centenario de nuestro abuelo y haberle ofrecido toda la atención y recuerdo que se merecía.
Todavía nos quedaban fuerzas para recibir el mejor regalo que nos podrían hacer, y el sábado 26 de noviembre de 2011 y desde el Ayuntamiento de Moraleja del Vino, toman la decisión por unanimidad de entre sus concejales de nombrar «Hijo Predilecto» de esa Villa a nuestro abuelo, precisamente la tierra que le vio nacer y que tanto amó. Su alcalde Guillermo Freire nos colmó de acontecimientos y agasajos y en primer lugar, celebramos una recepción a la familia en el Salón de Actos de dicho Ayuntamiento, se hizo la declaración formal de «Hijo predilecto de Moraleja del Vino» y se descubre una placa conmemorativa de dicho acto y donde ofrecimos una vez más tres conferencias a cargo del arquitecto municipal, de mi primo y mía, y volvimos generar el placer de conocer más cosas de Barrón. Posteriormente nos trasladamos a las escuelas municipales y en cuya fachada se había creado un mural en recuerdo a Barrón ofrecido por un prestigioso ceramista del mismo pueblo de Moraleja Ángel Pérez, y descorriendo la cortina que lo tapaba, disfrutamos del referido mural y por último se nos agasajó a todo el pueblo con una suculenta comida con los productos propios de la tierra y de su inmejorable y afamado vino, y que hace honor al nombre de su pueblo.,
Al año siguiente y dentro todavía del año del aniversario, el 15 de mayo de 2012, ofrecimos un ciclo de conferencias auspiciados por la Junta Castilla y León, en el Salón de Actos del Museo de Zamora, y en la cual ofrecimos mi primo Alejandro Belaústegui y yo, sendas conferencias y en la que Alejandro disertó sobre la obra menos conocida de nuestro abuelo, el «San José y el Niño Jesús» que se encuentra en la Basílica de Azcona en Italia y yo como lo más fácil para mí es hablar de los recuerdos de familia, me complací en expresar lo que en nuestra familia supuso el recuerdo permanente de nuestro abuelo que sin haberle conocido, le hemos tenido presente en nuestras vidas.
Y por último llegamos al acto de ayer que nos motiva esta crónica de un largo año de celebraciones, el retorno de los restos de nuestro querido abuelo al Panteón de Hombres Ilustres del Cementerio de San Atilano de esta capital. En un mutuo acuerdo celebrado entre el Excelentísimo Ayuntamiento de Zamora y su alcaldesa, Rosa Valdeón y la familia de los herederos de Barrón, y por deseo expreso de los ciudadanos de Zamora, liderados por el concejal de dicho Ayuntamiento, Miguel Ángel Mateos que en una lejana fecha de 1983, en el centenario de la escultura de Viriato, obtuvo de mi tío y de mi madre la autorización verbal de retornar los restos del abuelo al referido panteón y no cejó en su empeño hasta verlos aquí.
Desde estas páginas, hago el honor del que ha sido el verdadero artífice de este traslado de Barrón a vuestra ciudad, así que querido Miguel Ángel, puedes respirar profundo y responderte con toda satisfacción «misión cumplida», esta familia solo se ha limitado a dar su consentimiento y celebrar todos juntos este cierre, broche de oro de un centenario sin par.
Nuestras últimas palabras de agradecimiento, van dirigidas a vuestro querido y abnegado Ayuntamiento, que no solo ha dispuesto de la adecuación del Panteón de Zamoranos Ilustres y todo el trajín que su 2.º teniente alcalde Francisco Javier González Hernández se ha traído por disponer de toda la celebración en un acontecimiento de entrañable carisma de amor hacía toda la ciudadanía de Zamora.
Rosa, como alcaldesa tú serás la portadora de nuestra frase final, que te diría nuestro abuelo y que con nuestra imaginación le traemos entre nosotros,
«Gracias, paisanos, ya estoy de nuevo entre vosotros y esta vez para siempre».
Disfrutar de su presencia, queridos zamoranos y en especial moralejanos, Eduardo Barrón amó tanto a su tierra, que se la llevó consigo.
Y hoy os la devuelve con sus restos en este panteón.