Diario Córdoba Domingo,
4 de noviembre de 2012
Séneca reclama mejor emplazamiento. ¿Ve pertinente el
traslado del grupo escultórico de Séneca y Nerón al Templo Romano?
FRANCISCO SOLANO MÁRQUEZ * Periodista
En su inteligente columna Sorbete de limón el
escritor Carmelo Casaño ha vuelto a remover un debate estancado desde hace años
en la vía muerta de la indiferencia municipal: el deseable traslado del grupo
escultórico de Nerón y Séneca --que hoy naufraga en la inmensidad de los Llanos
del Pretorio-- al entorno del Templo Romano, ahora que se anuncia su próxima
puesta en valor turístico y cultural. Una buena idea que no debería caer en
saco roto, formulada desde el sentido común y la fina sensibilidad por quien
tan demostrado tiene su amor y conocimiento de Córdoba.
Hace ya un lustro a muchos cordobeses nos llenó de
satisfacción que el grupo escultórico de Nerón y Séneca --con el que el artista
zamorano Eduardo Barrón consiguió en 1904 la Medalla de Oro en la Exposición
Nacional de Bellas Artes-- se fundiera por fin en bronce, tras permanecer una
eternidad arrinconado en el hall del Ayuntamiento, expuesto a constantes
roturas y mutilaciones. Muchos ordenanzas municipales podrán atestiguar las
veces que recogieron del suelo dedos fracturados y otros apéndices para que
pudiesen ser reintegrarlos en hipotéticas restauraciones posteriores, aunque
algunos fragmentos se perdiesen pese a su celo. No merecía tan soberbia
escultura permanecer condenada para siempre a la quebradiza escayola.
Cuando el Museo del Prado, propietario de la obra, reclamó
su devolución, Ayuntamiento y Cajasur tuvieron el acierto de costear una
réplica en bronce que permaneciera en Córdoba. Pero a muchos cordobeses nos
sorprendió negativamente verla colocada en los Llanos del Pretorio, delante de
un fantasmal paso de peatones por el que nadie cruza, así que pasa totalmente
desapercibida hasta perderse en tan vasto espacio abierto. Al incendiario Nerón
no importa que se le condene a ese aislamiento, pero ni nuestro paisano el
filósofo Lucio Anneo Séneca ni el laureado escultor Eduardo Barrón merecen
semejante desprecio, condenados al destierro de un lugar donde ni siquiera las
palomas errantes les hacen compañía.
Sin embargo una estatua pública no es algo inamovible. Ya
existe el precedente del monumento dedicado al escultor barroco Juan de Mesa,
cuyo desacertado emplazamiento en la plaza de las Doblas desató una protesta
ciudadana que lo obligó a emigrar a su barrio de San Pedro. El casco histórico
ofrece infinidad de lugares idóneos en los que la escultura de Barrón, realzada
por un digno pedestal, pueda "dialogar" con un entorno arquitectónico
más apropiado, entre otros, el Tempo Romano apuntado por Casaño, la plataforma
superior de la plaza de Séneca o el impropiamente llamado "bulevar"
del Gran Capitán, donde los niños puedan familiarizarse en sus juegos con tan
célebre paisano.
Diario Córdoba Domingo, 3 de noviembre de 2012
El grupo 'Nerón y Séneca' tiene un valor artístico
indiscutible al tratarse de una reproducción en bronce de la obra maestra del
Eduardo Barrón. Ahora es la protagonista del Museo Barrón en Zamora, por algo
obtuvo la Medalla de Oro de la Exposición Nacional de 1904. El Museo del Prado,
tras restaurarlo montó una exposición especial, por todo lo alto, alrededor de
'Nerón y Séneca'. Por algo Barrón también fue conservador-restaurador del
Prado.
Por supuesto, el conjunto también tiene valor monetario
considerable. Solo la peana costó 18.000 euros y sacar el molde para la
posterior copia en bronce (lo ejecutó la empresa madrileña Fademesa) supusieron
400.000 euros al Ayuntamiento, aunque Cajasur aportó 150.000. Su traslado
tampoco será barato.
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